Dentro de los diferentes tipos de textos orales y escritos que producimos, la narración es, sin duda, uno de los más importantes, pues está muy presente en nuestra vida cotidiana: desde el relato de una simple anécdota, pasando por escribirle un correo electrónico a un amigo sobre hechos que nos suceden, hasta la lectura de una noticia en un periódico; de esta forma, se convierte en la forma textual más utilizada, porque lo habitual en nuestra vida diaria es contar cosas. También, conviene tener claro que la narración no excluye la presencia de otros tipos de texto, de hecho, es muy frecuente que aparezcan diálogos o descripciones, que aportan información más detallada y que enriquecen el texto narrativo en cuestión.
Junto con el relato de anécdotas y de acontecimientos de nuestra vida diaria, la narración está muy presente en el ámbito literario, por ejemplo, en una novela o un cuento, en un romance, y también en el ámbito periodístico, como es el caso de una noticia o suceso de actualidad. Es muy importante diferenciar la narración literaria y periodística de la narración de una anécdota en el contexto de una conversación, puesto que las dos primeras están sujetas a una serie de convenciones y normas propias del contexto en el que se producen. Teniendo en cuenta esto, podemos distinguir tres tipos de textos narrativos dependiendo del ámbito o situación comunicativa:
Aunque a lo largo de este tema vamos a trabajar los textos de estos tres ámbitos, nos vamos a centrar, sobre todo, en las narraciones cotidianas y periodísticas con las que estamos más familiarizados.
Los textos narrativos se caracterizan por la presencia de unos rasgos claramente identificables:
Verosimilitud: no debemos confundir esta palabra con veracidad, cualidad de verdadero. Que un escrito narrativo resulte verosímil quiere decir que parezca verdadero, es decir, que no entre en contradicción con nuestros conocimientos de la realidad. Tampoco tiene por qué ser una copia exacta, fotográfica de la realidad. La verosimilitud consiste en presentar unos hechos como ciertos aunque no lo sean; por ello, a veces es aconsejable partir de acontecimientos conocidos o vividos directamente.
El punto de vista narrativo: para que una narración resulte atractiva y logre despertar la curiosidad de los receptores, es fundamental lo que se cuenta, pero, sobre todo, cómo se cuenta. Todo va a depender de cómo se nos presenten los hechos, los personajes que intervienen, el ambiente, etc. La adecuación de todos estos elementos ha de estar bien engarzada y estructurada, de acuerdo con el enfoque o perspectiva que adopte el narrador de la historia, el cual nos da el tono de su narración.
Todos los textos narrativos que elaboramos, orales o escritos, e independientemente del ámbito al que pertenezcan, cotidiano, literario o periodístico, poseen unos elementos comunes:
Adaptada de:
Guillermo Diamante Colado y Laura Morales López, Análisis y comprensión de textos, CC BY-NC-SA.
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